viernes, 20 de abril de 2012

El gran invento.

Completando el último post Sistes o solo existes quisiera hablar algo más sobre la realidad de nuestra percepción del mundo, de si lo que vemos, oímos o tocamos es real. De si existe el mundo que vemos o solo siste.

La física ha demostrado que la manifestación para nosotros más común de la mataría, los átomos, son casi es su totalidad espacio vacío. Los átomos que componen tu ordenador, el suelo que pisas e incluso a ti mismo son muy pequeños. Pero mucho mas pequeño aún es su diminuto núcleo. En él se concentra la masa del átomo, quedando fuera únicamente los electrones. ¿Que es lo que delimita, entonces, un átomo del siguiente?. La repulsión magnética. Los electrones tienen todos carga eléctrica negativa, que les une en mayor o menor medida al núcleo en el que hay protones con carga eléctrica positiva. Al poner un átomo junto a otro hay un momento en el que nos cuesta acercarlos más, porque los electrones empiezan a repelerse por tener carga eléctrica igual. En otros casos estos mismos electrones son compartidos por ambos átomos quedando pegados por estas mismas fuerzas. En cualquier caso, es espacio vacío desde el núcleo del átomo hasta el "final" del mismo es simplemente eso.. espacio vacío, en el que la fuerza electromagnética marca una barrera.

Cuando pulses la siguiente tecla de tu ordenador recuerda que no estas tocándola... tan solo los electrones de los átomos de la última capa de tu piel están repeliendo a los electrones de los átomos más superficiales de la tecla, empujando estos a sus núcleos por la presión electromagnética. De esta forma, nuestro sentido del tacto está lejos de captar la realidad física. Si fuera así, seríamos capaces de atravesar una pared sin ningún problema, ya que no único que nos hace partirnos la cara si lo intentamos es la repulsión magnética entre electrones, y no que nos choquemos realmente con nada.

Vivimos sumergidos en una gran piscina de aire que envuelve toda la tierra. Este aire, además de suministrarnos gases vitales nos permite sentir en la distancia de una forma muy especial. Aunque nos cueste creerlo, las moléculas que componen el aire que tienes a tu alrededor viajan a velocidades muy muy rápidas, que (dependiendo de presión y temperatura) pueden estar moviéndose a más de 1500 Km/h. Solo el hecho de que cada molécula se mueva en direcciones distintas a las demás nos hace tener la sensación de que está estático. Chocan contra nosotros constantemente a esa velocidad, provocando lo que reconocemos como presión atmosférica. Hemos aprendido a aprovechar algo que sucede en el aire cuando un objeto choca contra otros (aunque ya hemos visto que no chocan). Durante este choque hay una transferencia de energías de un cuerpo al otro y viceversa, pasando parte de esta energía al aire hasta que la trasferencia ha terminado al alcanzar equilibrio energético los objetos. Esta energía cinética que ahora poseen las moléculas del aire que chocaron contra los objetos las hace moverse organizadamente en la misma dirección, provocando una reacción en cadena de empujones entre moléculas. Estas ondas de propagación energéticas pueden ser captadas por un órgano especializado, que a partir de una fina membrana, amplifica los empujones del aire y los convierte en señales eléctricas. Oír es pues, el artificio mental que construimos a partir de esta facilidad que nos da el aire.

Nuestros ojos son capaces de captar luz y convertir ese estímulo en señales eléctricas, gracias a la rodopsina, una molécula que cambia de forma cuando le da la luz. El sol o una bombilla emiten esta luz (onda-partícula electromagnética), que es desviada de su trayectoria por los átomos (por sus fuerzas eléctricas) y dirigida hacia nuestros ojos. Es de esta forma como somos capaces de ver. Cómo se produce este rebote sobre las cosas nos puede informar sobre sus características, de tal forma que detectamos también esta información (en forma de longitud de onda), y la hacemos entendible convirtiéndola en los colores. El universo carece de colores, estos son solo artificio mental. Tan solo hay fotones (cuando los hay) rebotando con distintas energías contra la pared electromagnética de los átomos.

Somos seres surgidos y desarrollados en un universo en el que el campo electromagnético pone a nuestro alcance estas facilidades, que, una vez más, la ley de leyes, la evolución de Carles Darwin, se ha encargado de incorporarlas a nuestros sentidos, ya que han supuesto una mejora evolutiva, una mayor capacidad de supervivencia. Percibir el mundo es detectar los peligros a tiempo, y poder huir de ellos. Entenderlos es clave. Esta carrera evolutiva, en la que no solo se perfeccionaban los receptores del mundo, los sentidos, sino que también lo hacía el sistema nervioso encargado de darle sentido a estas percepciones. ¿Como conseguir entender a tiempo un peligro? conociéndolo. Para ello empezamos a memorizar. La memoria nos permitió reconocer los peligros, en un primer momento, la memoria genética que genera sentimientos básicos en forma de instintos. Después, para una mayor flexibilidad empezamos a memorizar vivencias de modo subconsciente, acompañando estas memorias de un sentimiento para diferenciar estímulos positivos y negativos. Y por último surgió la máquina del tiempo... si, si... la máquina del tiempo que nos hace vivir en el futuro. El último grito evolutivo es vivir en una constante especulación de lo que está a punto de suceder, de tal forma que somos capaces de estar un paso por delante del hecho como tal.

Tras muchos muchos años de evolución de estas tecnologías surgió, como efecto secundario quizá ni siquiera buscado, dentro de los procesos que se encargan de trabajar con lo memorizado para especular el futuro, el concepto de nosotros mismos dentro de ese mundo constituido de recuerdos como un elemento más que existe, y tomamos consciencia de nosotros mismos y del mundo. Surgió la consciencia y empezamos a memorizar a nivel consciente, de forma aún mas flexible, utilizando la imaginación como arma definitiva contra el peligro, siendo capaces de vivir situaciones peligrosas pensando en ellas en vez de viviendolas. Le dimos al mundo un nuevo nivel cualitativo de existencia, basado en lo que éramos capaces de percibir y en el más puro sentido práctico para sobrevivir, alejándonos de la realidad física.

Lo que vemos no es de color, lo que oímos no está sonando, lo que tocamos no lo estamos tocando. Los sólidos son espacio vacío al 99% (incluso el suelo que pisas). Todas nuestras percepciones únicamente tienen carácter práctico para sobrevivir, lejos de reflejar la realidad física. Nuestra idea de existencia (más bien diría invento) es un artificio evolutivo más.


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