miércoles, 8 de febrero de 2023

Virtual es real

Si buscamos en el diccionario la palabra virtual una de sus acepciones dice: “Que solamente existe de forma aparente y no es real”

Como habrás podido imaginar por el título de este capítulo, vamos a tener aquí una pelea con la mismísima RAE, la Real Academia Española, porque voy a tratar de explicar que no puedo estás más en desacuerdo con esa definición.

Una casa es algo que todos podemos identificar y diferenciar fácilmente. Todos -igualmente- aseguraríamos que es algo físico y tangible, y -por supuesto- absolutamente real. Sea una casa baja o un edificio alto, de ladrillos o madera, tejado plano o a dos aguas, rústica o moderna si le preguntamos a Ariadna Gavilán Montoya puede reconocerla y saber que te puedes refugiar dentro, puede imaginar que tiene distintos espacios, como habitaciones, comedor, cocina, baños y que puedes dormir en ella por las noches. Algo tan real como tú o yo.

Ahora vamos a hacer un experimento, que es coger cada una de las piezas que forma la casa, sus ladrillos, maderas, baldosas y azulejos, cubiertas de yeso o pladur… todos y cada uno de los materiales que la forman, y los vamos a disponer sobre el suelo de forma más o menos ordenada. Qué no falte nada, ni un solo clavo o tornillo. Si le preguntamos ahora a Ariadna si tenemos una casa ¿seguiría diciendo que sí? ¿Podrías decir tú que tienes una casa si tienes ese montón de materiales? ¿Podrías seguir durmiendo, viendo la tele o cocinando con ellos? Ya no, ya no hay casa. Pero ¿Si no falta ni una sola pieza de la casa, entonces donde está la casa? Hay un ingrediente que en el montón de escombros no está y en la casa sí, que es el orden, la disposición de los elementos que la componen de una determinada y precisa forma. Ergo la casa no es un elemento físico, algo que queda solo para sus componentes, si no que es un concepto virtual que flota sobre ellos si los colocamos. La casa emerge al ordenar los ladrillos.

Esto mismo lo podríamos pensar con una mesa, un coche, cualquier electrodoméstico, etc ¿Tendrías un coche si sus ruedas estuvieran en el maletero? Muy lejos no ibas a ir con él. Cada pieza suya es física, pero el coche no, porque si no las colocas no tienes coche, solo un montón de piezas en las que no te puedes desplazar.

Hace muchos años estuve en un museo de ciencia y en una vitrina había una serie de frascos de cristal, unos grandes y otros mucho más pequeños, todos conteniendo polvo de distintos colores o gases transparentes. Al leer la información sobre qué era aquello indicaba que esos eran -con total precisión- los elementos químicos que forman el cuerpo de un ser humano adulto, y que se encontraban allí exactamente en la cantidad necesaria para constituir uno. Es evidente que no era una persona, que no podías preguntarle si le gustaban las coles de Bruselas y que nadie iba a ser detenido por haber atomizado a nadie. No era nadie. Pero podría serlo. Allí estaban todos esos átomos absolutamente inertes, desprovistos de cualquier rastro de vida, pero rotundamente físicos y reales. Si tuviéramos una impresora 3D que estableciera el orden entre ellos, que catalizara las reacciones químicas necesarias para ir formando moléculas y luego las dispusiera formando células, y repitiera este infinito baile agrupándolas en tejidos, órganos, sistemas… y finalmente en una persona (algo que no es tan diferente de lo que de verdad sucede durante nuestra gestación) aportaríamos ese ingrediente mágico, orden, y tendríamos vida y persona, algo que en aquella vitrina de museo no había. Las personas somos virtuales, solo aparecemos cuando nuestro soporte físico está ordenado exquisitamente, si no adiós persona.

La gracia completa vienen aquí: Este mismo ejercicio lo podemos hace con ejemplos cuantitativamente más complejos o mucho más sencillos, y funcionará de igual manera. Por ejemplo, una sociedad humana es algo virtual que aparece cuando juntamos personas y se relacionan entre ellas. Si las separamos, no falta ni un humano, pero ya no hay sociedad. El sistema solar seguiría siéndolo si quitamos algún planeta o el sol capturara algún objeto interestelar y entra en órbita alrededor de él, pero si el sol no tuviera ni un solo cuerpo celeste al que influir gravitatoriamente de forma clara (ojo que la gravedad afecta a toda distancia) más que un sistema solar tendríamos un sol.

Si pensamos en el ladrillo de nuestra casa de antes, ese que estaba claro que aunque la casa era virtual él era real, podemos repetir el proceso de separar sus componentes a ver qué sucede. Estrellemos el ladrillo contra el suelo con fuerza y comprobaremos que hemos dejado de tener ladrillo sin que falte nada. Ya no puedo construir con él, ha desaparecido, por lo que el ladrillo también es virtual.

¿Y si bajamos aún más a lo pequeño? ¿Son los átomos reales o virtuales? En los trozos más pequeños del ladrillo que acabamos de partir, en el polvo que hayamos conseguido, hay sílice, uno de sus ingredientes principales. Esta sílice se llama en química óxido de silicio, es decir un átomo de silicio y dos de oxígeno. Si nos fijamos en el silicio, es un átomo que siempre tiene 14 protones agrupados en su núcleo. Si no fueran 14 si no 13 tendríamos aluminio con el que hacer ventanas y si tuviera 15 tendríamos fósforo que podría formar parte de nuestro ADN o nuestras membranas celulares, pero no podríamos hacer ladrillos. Las características, todas las propiedades de los átomos aparecen si juntamos el número necesario de protones (que no son nada fáciles de juntar). Los átomos son virtuales y solo aparecen cuando juntamos sus protones (por supuesto también sus neutrones y electrones) que sí son físicos…. ¿O no?

¿Hasta donde podríamos subir o bajar buscando ejemplos en lo más pequeño o lo más grande? ¿Qué es real? Yo creo que simplemente la definición del diccionario de virtual está equivocada y que todos los ejemplos de los que hemos hablado y cualquier otro que se nos ocurra trata sobre cosas reales, porque este juego, el de agrupar para conseguir cosas que antes no existían es en lo que consiste nuestro universo, nosotros y nuestra vida en él.

Si te ha interesado el tema permíteme recomendarte mi libro “Infovisión” que ahora está a la venta en Amazon sin ningún interés personal al hacerlo excepto el de comunicar la idea que encierra, similar a la de esto que acabamos de comentar, pero explicado con mayor profundidad.

Virtual es real.


Versión para escuchar: 



lunes, 1 de noviembre de 2021

Hombre, mujer, sexo, género y la injusticia de las palabras

Usamos las palabras para hablar, para comunicarnos, pero también las usamos para pensar. Es por esto que debemos tener muy en cuenta la relación entre nuestras amigas las palabras y los conceptos que encierran. Lo habitual es que contengan una o más acepciones discriminables por el contexto en el que sean usadas, pero hay ocasiones en la que nos encontramos con palabras que encierran conceptos cercanos que quedan mezclados injustamente, enturbiando nuestra capacidad de expresión, pero -más importante- confundiendo nuestra realidad.

Por ejemplo, la palabra suerte. Hay dos cosas muy diferentes que mezclamos de forma bastante injusta: por un lado, cuestiones que dependen exclusivamente del puro azar, y por otro, metas alcanzadas con intención. Me tocó la lotería ¡qué suerte! Aprobé el examen ¡qué suerte!

Uno de los ejemplos más amplios de estas injustas mezclas la tenemos en palabras que a priori pueden resultar de lo más inocentes: Hombre y mujer, femenino y masculino. Parecen palabras que cualquier niño puede controlar, pero vamos a detenernos a examinarlas y descubriremos cuantas cosas diferentes hemos metido dentro de ellas.

Las personas tenemos una molécula de ADN en cada una de nuestras células. Una de las formas en las que puede aparecer este material genético es como parejas de cromosomas. La pareja 23 tiene una particularidad, hay personas con XX y otras con XY, es decir, el último cromosoma es más largo en algunas personas y más corto en otras.

También tenemos unos genitales, las partes de nuestro aparato reproductor que pueden verse desde fuera de nuestro cuerpo: pene, testículos, vulva y vagina.

Otro tema muy diferente que también forma parte de las personas es el conjunto de gestos, formas, modales, peinados, ropas, complementos personales (incluso dotarse de bellos en unas u otras partes del cuerpo) que forman un conjunto de expresiones que utilizamos como carta de presentación de cara a nosotros mismos a nivel personal y a los demás a nivel social.

Por otro lado, está la sexualidad de cada uno, es decir, la atracción física y emocional hacia otras personas. 

Bien, pues ya tenemos todos los ingredientes para definir qué es un hombre -lo masculino- y qué una mujer -lo femenino-:

Una persona con cromosoma 23 XY, que tiene pene y testículos, que se muestra ante los demás con ropa-pelo-bello-formas reconocidas socialmente como masculinas y a quien le gustan las mujeres es un hombre.

Una persona con cromosoma 23 XX, que tiene vulva y vagina, que se presenta ante los demás con ropa-pelo-bello-formas reconocidas socialmente como femeninas y a quien le gustan los hombres es una mujer.

Fin de la historia ¿Verdad? ¡¡qué sencillo!!! Pues ni mucho menos, pues si algo tenemos las personas es que no somos nunca sencillas.

La relación entre la información genética de nuestro cromosoma 23 con nuestro aparato sexual es un hecho científico ampliamente superado, pero también lo es el afirmar que no es determinante. Factores ambientales, la expresión o no de ciertos genes por distintos factores y todo un complejo ecosistema que estudia la epigenética puede dar lugar a personas que teniendo cromosoma XX tengan pene, y con XY vagina. Es más, hay personas que no tiene ninguna de las dos cosas, personas intersexuales que tienen las dos e incluso hay personas que nacen con una de ellas y cuando entran en la pubertad cambian desarrollando la otra. Resistencias a la testosterona que cambian en un momento determinado pueden dar lugar a personas con estas características. Esto demuestra que nuestra genética o nuestros aparatos reproductores no pueden ser determinantes para clasificarnos como hombres o mujeres. 

Ni que decir tiene que una persona con falda, pelo largo, amplios collares, pendientes, ropa ajustada y anillos puede ser una mujer o un escoces heavy metal. Cómo nos mostremos al mundo, si tenemos más o menos barba, si nos depilamos allí o allá o el color de la camisa no nos convierte en hombres o mujeres. Prueba de ello es que un día podemos tener un aspecto diametralmente opuesto al siguiente, sin cambiar nada en nosotros.

Tema superado es -o debe ser- el de que la orientación sexual. Ser heterosexual (te gustan las personas con identidad de género contrario) no es la única que existe. Homosexual (te gustan las personas de tu misma identidad de género),  bisexual (te gustan dos o más identidades de género), Asexual (no sientes atracción por otras personas), Pansexual (atracción por todas las identidades de género). Ni que decir tiene que quien te gusta no determina si eres hombre o mujer.

Entonces ¿Qué nos hace ser hombres o mujeres?

La infinita complejidad de nuestros cerebros da como resultado lo que comúnmente llamamos mente. Dentro de las piezas básicas que componen este rompecabezas (nunca mejor dicho) contamos con una que es la identidad de género. Es aquí, como una parte esencial de nosotros mismos, donde emerge nuestro verdadero, intrínseco y personal sentimiento que nos hace ser hombres o mujeres. Ojo, no digo sentirnos hombres, digo que nos hace ser hombres.

¿Cómo podemos comprobar que esto es así? Vamos a intentar hacer un experimento mental, que, si bien no arrojan pruebas fehacientes, le sirvieron a Albert Einstein para aproximarse a su relatividad. Pensemos en un futuro imaginario -aunque posible- en el que la medicina haya avanzado tanto que los trasplantes cerebrales sean una realidad. Imaginemos que nos someten a dicho trasplante y remplazan nuestro actual cuerpo por otro con cromosomas, genitales, presencias de bellos y tamaños de pechos contrarias a las que tenemos ahora mismo ¿Cambiaría esto nuestra identidad de género? ¿Dejaríamos de ser mujeres para ser hombres o viceversa? No, no lo haríamos. Igual que no cambiarían tatos y tantos otros aspectos que forman parte íntima e intrínseca de lo que nos define. Accidentes traumáticos y experimentos de muy dudosa moralidad han demostrado esto mismo a lo largo de la historia.

De hecho, la realidad de las personas es aún más compleja, pues existen otras identidades de género inexplicables sin reconocer que es algo exclusivamente cerebral: Personas no binarias, es decir, con una tercera identidad de género que no es ni hombre ni mujer. Demiboy o demigirl, que son personas que se identifican solo parcialmente como hombres o como mujeres, incluso hay quien se identifica con ambos. Hay sociedades en las que son reconocidas 5 o más identidades de género, y las personas son clasificadas fuera del binarismo hombre-mujer.

¿Qué es una persona trans entonces? Pues simplemente una persona a la que se le ha presupuesto una identidad de género en base a si tiene pene o vagina al nacer y no se ha acertado. Estas, a pesar de ser reconocidas por los demás como perteneciente a esa identidad, a pesar de ser tratados, vestidos, clasificados y registrados como los demás presuponen llega un día que se dan cuenta que todos ellos se han equivocado, pues quien está en posesión de ese conocimiento es únicamente uno mismo. No se trata de un capricho ni de una moda. Solo tienes que pensar qué te pasaría si a partir de hoy todo el mundo te tratara como hombre si eres mujer y viceversa ¿Tendrían razón todos ellos o tu?

Al igual que ningún recién nacido tiene una sexualidad, ninguno tiene una identidad de género. Ambas cuestiones son exclusivamente mentales y han de cristalizar llegado cierto momento de madurez de esa persona durante su desarrollo. Estamos lejos de poder saber cuál es el origen de ambas cuestiones, si tiene o no influencias genéticas, epigenéticas, ambientales, sociales, etc… Pero sea como sea la diversidad humana en ambos sentidos es innegable.

El lenguaje y las palabras deben ser justos con la realidad, y no debemos dejar que la mezcla de conceptos de ámbitos tan diferentes como de los que hemos hablado convivan dentro de las palabras hombre y mujer. Es injusto y perjudicial para tantas y tantas personas que no coinciden con nuestras definiciones simplificadas del principio, que tan reconfortantes nos pueden resultar a quienes sí lo hacemos, pero que tanto le faltan a la verdad que muestra la realidad. 

No somos piezas de ajedrez, somos lo que marca nuestra identidad de género en nuestro cerebro, todo un espectro analógico de colores entre hombre, no binario y mujer. Independientemente de lo que tenga escrito nuestro ADN, del aparato sexual que tengamos, del tamaño de nuestros pechos o nuez, de la forma de nuestras caderas, de cómo nos guste llevar el pelo, si usamos o no falda o camisa rosa.  

Las combinaciones entre genéticas, aparatos sexuales, expresiones de género, identidades de género y sexualidades son tan amplias que nos hacen falta todo un montón de nuevas palabras, no solo para denominarnos, recordemos la primera frase con la que empezamos... hacen falta para que la diversidad humana se reconozca y exista para todos.

 

Si prefieres escuchar este mismo texto puedes hacerlo en este podcast:

https://go.ivoox.com/rf/77605955


martes, 2 de marzo de 2021

Una roca espacial especial

Érase una vez una roca grande que yacía plácidamente en la superficie del planeta Marte hace millones de años


Un día algo rompió súbitamente su milenaria rutina: Una gran explosión ocurrió cerca de él, quizá un meteorito bastante grande impactara lo suficientemente lejos como para no destrozarla, pero lo suficientemente cerca como para lanzarla al espacio con tanta fuerza que consiguió romper con la gravedad de Marte y comenzar un viaje espacial. Este hecho de por sí para la vida de una tranquila roca ya es una casualidad y la oportunidad de convertirse en algo especial, pero la historia de nuestra amiga no ha hecho más que empezar.

De todas las direcciones en las que podía haber sido lanzada al espacio tomó una -de nuevo- muy muy especial. Su trayectoria por el espacio vacío, de otro buen montón de años, la llevaría inexorablemente a entrar en colisión con el planeta vecino, la Tierra. Recordemos que la distancia media entre ambos planetas es de 225 millones de kilómetros, por lo que esta segunda casualidad es tremendamente improbable, pero una vez más nuestra amiga roca fue agraciada.

Tras todo ese tiempo de tranquilidad espacial llegó el día de impactar contra la Tierra. La mayoría de las rocas que son atrapadas por la gravedad de nuestro planeta son desintegradas por el rozamiento con la atmósfera al alcanzar grandes velocidades en su camino descendente, y quedan en anecdóticos destellos de luz más o menos brillantes. Pero ya conocemos a nuestra querida roca, ella consiguió sobrevivir a la entrada y alcanzar la superficie con un buen estruendo.

Pasados los primeros instantes, la roca de nuevo se enfrentaba a la tranquila eternidad, y pasó largos años descansando inmóvil de nuevo. Un día, un científico o una persona lo suficientemente curiosa se fijó en ella. Tras ser examinada cuidadosamente los geólogos pudieron determinar su origen y descubrir la historia de su intensa existencia registrada en sí misma. Solo 200 veces se ha podido constatar que haya pasado este encaje de bolillos, por lo que su valor y fama se extendió entre las personas.

Bueno, pues parece que al final en vez de su anónimo aunque curioso destino le esperaba ser admirada por una persona detrás de otra en algún museo o similar. Pero ella es tan especial, tanto, que el remate de su historia es genial.

Un compendio internacional de científicos liderados por la NASA decide mandar una nueva misión para estudiar geológica y prebiológicamente el planeta Marte: Perseverance. Construyen un vehículo autónomo cargado con el que quizá es el laboratorio robótico más sofisticado jamás construido por el ser humano, que entre otros cuenta con SHERLOC, un instrumento que mediante laser buscará rastros de moléculas relacionadas con la biología, posibles rastros de vida Marciana. El problema es que este instrumento necesita ser calibrado antes de ejecutar sus experimentos para alcanzar la precisión en sus medidas que esta labor necesita. ¿Y cual es el mejor objeto para calibrar los laser de este instrumento? Precisamente una roca del propio planeta Marte sería ideal, al hacer una primera medición sobre él se puede saber si es necesario algún ajuste porque el valor que se debe obtener es conocido.

He aquí el fabuloso final de nuestra roca viajera: es cortada en dos pedazos, uno se utiliza para las pruebas de SHERLOC aquí en la tierra, y el otro se monta en su nave espacial propia como único tripulante y gracias a un impresionante resumen de la capacidad científica y tecnológica del ser humano es lanzada de nuevo al espacio:


Esta vez el viaje es mucho más corto, menos de seis meses de vuelta dirigida. Comparado con todo lo que lleva encima se le ha pasado "volando". Cuando llegó a Marte, y a pesar de hacerlo a una gran velocidad, por una vez el aterrizaje ha sido suave, suave, su su suave. Un paracaídas con mensaje y un ascensor con su cuerda incluida lo depositan sobre la superficie como una mariposa de 1000Kg.

Ha vuelto a casa, nuestra amiga roca se ha convertido en el primer objeto (que sepamos) que hace un viaje interplanetario de ida y vuelta entre dos planetas gracias a esta sucesión de improbables casualidades, y de paso ayudando a la ciencia. ¿No está mal para una simple roca, verdad?

[Historia inspirada por Jesús Martinez Frías, doctor en ciencias geológicas y experto en meteoritos y geología planetaria.]

https://www.jpl.nasa.gov/news/a-piece-of-mars-is-going-home

martes, 29 de octubre de 2019

El poder de la atención

Si algo podemos afirmar con respecto a los tiempos que nos toca vivir es que son interesantes. Pasan tantas cosas, hay tantas novedades que cuesta trabajo mantenerse "al día".

Si nos fijamos un poco en ese acto tan cotidiano y continuo que es el de prestar atención a una u otra cuestión podemos ver fácilmente que no es algo trivial.

Internet está en la palma de nuestra mano y en cualquier momento podemos publicar o acceder a la información que queramos. Genial ¿no? todo el saber y el presente de la humanidad al completo accesible para que disfrutemos de él. Pues no, no es tan genial... vamos a ver por qué.

Para empezar, la cantidad de información nueva que a cada instante se genera en Internet es abrumadoramente superior a la que ninguno de nosotros podemos prestarle atención. Por ejemplo, cada segundo se publican aproximadamente 24000 segundos de vídeos en Youtube. Aunque le dedicáramos toda nuestra atención a esta página sin dormir ni hacer nada más que mirar fijamente vídeo tras vídeo tan solo accederíamos al 0'0042% de lo publicado. Imaginemos si tenemos en cuenta las demás publicaciones de Facebook, Twitter, Instagram, Whatsapp, Blogs, Podcast y un sinfín de redes sociales y páginas. Es simplemente inabarcable. ¿Añadimos cientos de canales de televisión, series a la carta, películas y videojuegos?

Siendo esto así, cada persona solo le vamos a poder prestar atención a una muy pequeña parte de todo este universo que se crea a cada instante. Bueno, no pasa nada, cada uno elige lo que quiere ver y se acabó el problema ¿Verdad? Me temo que tampoco es así.

El primer problema derivado de esto es el estrés al que naturalmente tendemos al intentar prestar más atención de la que podemos. Para agravar esto las notificaciones con señales sonora o cartelitos numéricos que hacen nuestro móviles reclaman constantemente ese apreciado recurso que es nuestra atención. Suscripciones, reenvíos, feeds, grupos, y mil y un métodos de "estar al día" empeoran esta situación.

Otro problema es la tendencia de nuestra atención de fijarse en lo llamativo y no en lo importante. Me explico: Chistes, chismes, barrabasadas, perritos & gatitos, famosos, pringaos haciendo el memo, mensajes de odio, etc campan a sus anchas por todos los rincones de Internet y acosan a nuestra atención absorbiendo este recurso escaso y limitado. Debería tener un nombre la enfermedad que supone para una persona regalar toda su atención a banalidades que carecen de toda importancia para sí mismos.

El tercer gran problema es que directamente tu atención se ha convertido en un producto. Controlar lo que atendemos y lo que no ya es la profesión de quien bajo las ordenes de intereses empresariales o incluso políticos utilizan artes que están más allá de la ética para a través de fakes, rumores virales, robots que reenvían noticias o en el peor de los casos creando verdaderos problemas sociales a modo de espesas cortinas de humo evitan que nuestra atención llegue a su legitimo destino, que es a los culpables del saqueo de lo público y demás ladrones encorbatados.

Podrías decirme: Cada uno hace lo que quiere, él sabrá. Bien, una vez más no estoy de acuerdo.

Me explico: La atención no es un bien intangible que no tiene consecuencias. Todo lo contrario, es precisamente nuestra atención la que hace que las cosas sean posibles. Donde recae la atención recae el dinero, y este hace precisamente que eso que ha sido atendido crezca. De esta manera se cometen las injustas canalladas como que las personas más reconocidas social y económicamente son discutidores profesionales de televisión, futbolistas, y demás "distraedores" circenses, mientras que a las personas que se desgastan la vida trabajando para el bien de todos -como los científicos o profesores- no son atendidos y por lo tanto tienen dificultades para que el dinero les permita seguir trabajando y viviendo.

Es un problema sistémico del ser humano, primero alcanzamos las capacidades y las hacemos nuestras como si supiéramos lo que hacemos, y luego (o nunca) pensamos qué debemos o no hacer con ellas.

Sería de vital importancia reconocer el poder que tiene nuestra atención, y que como otro recurso a nuestro alcance lo depositáramos con responsabilidad sobre cuestiones que nos atañen y que de verdad tengan importancia para nosotros mismos. Hoy por hoy esto es una utopía, pero como diría Serrat ¡defendamos la utopía!! Imaginemos un mundo mejor, si no ¿Cómo podría ese mundo llegar a ser real?

Por cierto, no olvides reenviar este post, colgarlo en tus redes sociales, subirlo a tus grupos de Whatsapp, hacer un vídeo de Youtube comentándolo e imprimirlo y ponerlo en las farolas y en los parabrisas de los coches... si no ¿Cómo nadie le va a prestar atención a la atención?



viernes, 17 de febrero de 2017

Cuentos. El principito y los límites del universo.

Allí estaba el principito, en su planeta B612 viendo un atardecer más. Como de costumbre Salviati apareció a su lado.

- Señor Salviati -saludó el principito-
- Buenas caballero, ¿qué pensamientos pueblan la cabeza de mi buen amigo? ¿Quizá piensas en tu rosa? ¿Quizá en tu cordero? -contestó Salviati-
- No, esta vez no. -Y calló por un instante- Al mirar esta última puesta de sol me estaba preguntando cómo es de grande el universo y cómo serán sus fronteras. Si consiguieran los pájaros llevarme hasta ellas y me asomara ¿Qué vería más allá?
- Hooo, ya veo. Que interesantes preguntas tienes hoy!!! Precisamente tengo aquí dos inventos mágicos, dignos del bolsillo de Doraemon, que podemos utilizar para que tú mismo las contestes.

Salviati sacó de su bolsillo un pequeño reloj y una extraña regla:



- Pero antes de usarlos vamos a empezar por comprender que 1 + 1 no siempre son 2.

El principio permaneció en silencio y observando atentamente, sabía que Salviati, cuando empezaba así, era digno de ser escuchado.

- Estamos acostumbrados a pensar en las distancias como algo que no puede cambiar. Un metro es un metro, y si hay diez metros hasta la pared, siempre serán diez metros. Pero tito Albert Einstein nos enseñó que no, que esto solo es así aparentemente. Las cosas con masa, como tú y yo, o tu pequeño planeta B612, comprimen el espacio, de tal forma que lo que mide un metro, al acercarse a tu planeta mide algo menos. Las estrellas tienen tanta masa, que cerca suya el espacio está aún más curvado y este efecto se nota más aún. Es complicado comprobarlo, porque la regla que usaras para medir también habría encogido , - )))

- Bien, pero, ¿y eso qué tiene que ver con el tamaño del universo? ¿Y para qué son ese reloj y esa regla?  -recordó el principito, que jamás olvidaba su pregunta una vez que la había formulado.

- A eso vamos mi joven amigo, a eso vamos. Este reloj me lo regaló una buena amiga Lilian Pardo, y al pulsar su botón, todas las leyes físicas del universo se detienen, incluido el tiempo.

- Hoooo, magnifico -dijo el principito- ¿Y la extraña regla?

- Esta me la regaló mi amiga Ana Kancer, y es una regla perfectamente recta que puedes estirar y estirar sin límite.

El principito sonrió ampliamente. Le encantaban estos objetos tan extraños.

- Pero, ¿y eso qué tiene que ver con el tamaño del universo? -Ya sabemos que una vez formula una pregunta, el principito nunca renuncia a ellas-

- Pues vamos con el experimento, entonces.

Salviati pulsó el botón del reloj, y todo pareció congelarse de pronto.

- Solo tú y yo podemos movernos ahora

Empezó a estirar la regla, que formaba una línea perfectamente recta que se alejaba de B612 sin esfuerzo, ya que el reloj impedía que las leyes de la física dificultaran tal labor.

Estiró y estiró por mucho tiempo, aunque el propio tiempo estaba detenido, por lo que no se les hizo pesado.

De pronto, ante la mirada atónita del principito, la punta de la regla apareció en el cielo directa hacia ellos.

- ¿Cómo puede ser esto posible? -Preguntó el principito- ¡la regla es perfectamente recta pero se ha doblado hasta volver a nosotros!!!

- No -contestó Salviati- La regla no se ha doblado, sigue siendo recta. Pero como puedes ver sale de mi mano, y su punta vuelve hacia ella.

- Pero ¿cómo?

- No es la regla la que se ha doblado, sino el propio espacio el que está curvado sobre sí mismo. Si ahora que tenemos el universo parado partieras hacia las fronteras del universo, en vez de alcanzarlas volverías a B612 aunque mantuvieras tu rumbo perfectamente recto.

- Increíble, apasionante, el universo se autocontiene, el espacio se curva sobre sí mismo por la gravedad generada por la masa -se repetía el principito a fin de recordarlo, y por un momento permaneció en silencio- Pero ahora ya no habrá más amaneceres.

- No te preocupes -dijo Salviati- ahora mismo recogemos la regla y volvemos a poner en marcha las leyes del universo. Me quedaré contigo a ver un amanecer más.

- Sí -dijo el principito contento- y este será aún más bello que el último.

Los dos amigos sonrieron.




lunes, 30 de enero de 2017

Cuentos. Las tres princesas.

Erase una vez un rey poderoso y rico. Su reino era extenso y próspero, pero su mayor tesoro eran sus tres hijas.

Ellas eran muy diferentes unas de otras. La mayor, Nube, era muy emocional y tímida. Su hermana Nio era brusca y distante. La pequeña, Áure, un torbellino de energía que no paraba nunca.

El rey enviudó, y la relación con sus hijas se volvió más complicada. Las tres se terminaron por distanciar de él, y así pasaron bastantes años.

El rey se encontraba en muy mala situación. Solo, sin su mujer ni sus hijas y con las presiones de gobernar su mente empezó a decaer. No cuidaba su salud y sus decisiones eran las de un demente. Necesitaba ayuda de forma urgente, o sería el fin para él y su reino.

Nube no paraba de pensar en él. Su preocupación era constante y profunda. No se permitía ni un instante de felicidad. A todas horas se devanaba los sesos pensando qué sería de su padre y qué le estaría pasando. Ni dormía por las noches de preocupación, pero no era capaz de hacer nada, jamas iba a verle ni se ponía en contacto con él de ninguna forma.

Áure visitaba constantemente a su padre. Todo el rato le decía lo que tenía que hacer y le machacaba una y otra vez recordándole lo mal que hacía las cosas. Después, cuando se había desahogado se marchaba.

Nada se sabía de la antipática Nio.

La situación se volvió límite, ya que los vientos de debilidad llegaron a oídos del pueblo vecino, que rápidamente mandaron un emisario para que visitara al rey y confirmara si era o no sencilla su derrocación.

Nube supo de la visita del emisario y de sus intenciones, pero el miedo la impidió hacer nada. Áure andaba castillo arriba y castillo abajo gritando a su padre cómo debía actuar, y una vez más, antes de que el emisario llegara desapareció.

Todo estaba perdido. El emisario entró en el salón del trono, presidido por un rey acabado. La media sonrisa del emisario lo decía todo. Pero en ese momento alguien más entró en salón: Era Nio, vestida para la guerra, y empuñando una gran espada. Sin mediar palabra se dirigió hacia el emisario manteniendo sus ojos fijos en él. Tras ponerle una mano en el hombro y cargar la otra, la de la espada, ligeramente hacia atrás, le habló lentamente y en voz baja: "Lárgate de aquí ahora mismo, y dile a tu señor que se mantenga fuera de nuestras fronteras"

El emisario, sorprendido de seguir con vida huyó. El rey quedó estupefacto. Hacía años que no veía a su hija y la situación era más que inesperada. Pero supo cómo reaccionar. Se levantó, y dio unos pasos hacia ella. Con la voz aún temblorosa pero con gesto firme se quitó la corona y amablemente se la ofreció.

Y tu... ¿De verdad crees que lo que sientes y callas o lo que dices sin dar ejemplo vale algo comparado con lo que haces?




domingo, 22 de enero de 2017

Motauros 2017

Este fin de semana ha sido Motauros 2017, y como desde hace 19 años, he asistido con mis amigos moteros.

He de escribir aquí que esta concentración ya no es lo que era, y no por la organización, que es bastante buena, y no por la afluencia de público, que sigue aumentando año a año. Es por nosotros.

Y es que no hay otra forma más clara de decirlo: Estamos viejos. Son ya muchos años haciendo las mismas cosas, y lo que hacía especial estos días ha pasado a aburrir. Rubén, era muy graciosa tu chupa sucia y tus botitas ardientes, pero contar un chiste 19 veces, de verdad, no puede hacer gracia.

La fiesta cada año va a peor, con moteros cada vez menos moteros y resakas cada vez más pegajosas, las motos cada vez nos interesan menos... joder, nunca fueron más que ruedas y motores, y estar 48 horas sin comodidades ha pasado de no hacer gracia, a no apetecer, directamente.


Este podría ser el resumen de estos dos días de concentración motera, pero no es así... nada más lejos de la realidad.

Si algún resumen puedo hacer de este motauros, si alguna sustancia ha llegado a mi ha sido la idea de que la importancia de esta quedada está perfectamente intacta. ¿Cómo puede ser? ¿Es que no hay algo de verdad en lo anterior?

Cada año somos un año mayores -justo- y las resakas seguramente se llevan algo peor, pero eso no afecta ni un ápice a la fiesta que nos corremos. Con los años lo único que ha cambiado es la cantidad de anécdotas que tenemos para recordar, y cada año fabricamos un buen número de nuevas para los años que vienen.

No hay cambio en la ilusión que me hace según se acerca la fecha,
no hay cambio en la alegría de volver a veros a tod@s,
no hay cambio en las ganas de llegar y vestirme adecuadamente,
no hay cambio en mi amor por el fuego -nunca fue por competir-,
no hay cambio en las risas,
no hay cambio en la pasión sincera por las motos -como mucho aumenta-,
no hay cambio en lo moteros que somos los "putos peatones",
no hay cambio en los que faltan, que nunca faltan del todo,
no hay cambio en los que no faltan que mantienen esto en pié,
no hay cambio en los nuevos, que al rato ya son uno más a quien coger cariño y añorar,
no hay cambio en la pena de que tenga que acabarse en ese suspiro que son las trepidantes 24 horas más vikingas del año,
no hay cambio,
no hay cambio.

No hay casualidad en el grupo que hemos formado. Por muchos años.


martes, 17 de enero de 2017

Cuentos. La isla de Magnos y Formici

Erase una vez dos pueblos que convivían en la misma isla. Los Magnos ocupaban casi todo el territorio y se sentían grandes y poderosos. Los Formici era un pueblo mucho más modesto y tranquilo.

Las disputas entre ambos pueblos eran claras y continuas. La convivencia, en una sola isla con recursos limitados, estaba lejos de ser sencilla. De esta manera la guerra entre ellos se veía inevitable. Además, los Magnos se sentían muy superiores y capaces, y eso no ayudaba a la paz.

Cuanto la tensión era máxima, y la guerra inminente, el anciano más sabio del lugar propuso una disputa no bélica para resolver el conflicto: Cada pueblo elegiría al más fuerte miembro de su comunidad para superar una prueba de fuerza. Empujarían una gran piedra hasta la cima del volcán que coronaba la isla. El pueblo que consiga llevar su piedra antes tendría derecho a toda la isla, y el pueblo perdedor debería abandonarla.

Ambos pueblos quedaron conformes y el día señalado mostraron a sus elegidos. El gran Magno era un hombre tremendamente grande, corpulento, y fuerte. Se sentía confiado de su fuerza, y se había preparado mucho para el gran esfuerzo. Estaba listo. El candidato de los Formici era una mujer normal y corriente, carente de una fuerza especialmente grande, y de ningún otro atributo que pareciera destacar como para justificar su elección.

La burla entre los Magnos era evidente. Su victoria estaba aún más clara que nunca. La preparación mental y física de su candidato para el gran esfuerzo era la mejor.

Se mostraron las dos grandes piedras y ambos candidatos se situaron frente a ellas. Eran mucho más grandes de lo que nadie hubiera imaginado, y aunque redondeadas y lisas, todo el mundo se sobrecogió al verlas, pues de pronto la labor se antojaba fuera de lo posible para un ser humano.

El gran Magno, utilizó su gran preparación para no sentirse impresionado, y en cuanto la prueba comenzó, ansioso, asió su piedra y empujó con todas sus fuerzas. Descargó contra ella todo el trabajo que era capaz de hacer con la violencia y rapidez que tanto había planeado. La piedra, sin embargo, apenas rodó unos metros. Pocos minutos después el gran Magno había sido vencido claramente por la piedra, y todos dieron por perdida la prueba.

A todo esto, la mujer Formici se mantenía tranquila y quieta, observando el fracaso de su contrincante. Ambos pueblos volvieron a sus casas frustrados y dando por inválida la prueba, al considerarla fuera del alcance de un humano.

Sin embargo, la mujer Formici hizo algo antes de irse... dio un pequeño empujón a su piedra, y la movió tímidamente.

Desde entonces, todos los días seguía la misma rutina: Tres veces al día se desplazaba hasta su piedra y repetía aquel pequeño esfuerzo, con aquel pequeño resultado.

Pasados muchos meses, la mujer Formici acudió al sabio, y este convocó a ambos pueblos. Cuando ya nadie se acordaba del asunto de las piedras, una de ellas se alzaba sobre la cima del volcan. La piedra Formici. Ella lo había conseguido. Todo el mundo se preguntaba cómo ella, sin destacar por su fuerza había conseguido lo que el corpulento Magno no. Muy tranquila, la mujer Formici explicó que los grandes esfuerzos no son los que se hacen en un solo momento, sino los que hay que hacer todos los días. Explicó, que por mucho que nos gustaría conseguir las cosas rápidamente con un solo gran esfuerzo hay muchas tareas que es inútil intentarlas así, pues solo se consigue frustración y fracaso. La única forma de conseguirlo es con los pequeños grandes esfuerzos diarios.

Y tu, ¿Cuantas cosas has intentado conseguir como los Magnos, cuando deberías comprender que por mucho que te gustaría conseguirlas así, solo siendo un Formici lo harás?

Adelante... sé un Formici... ahora sabes cómo hacerlo!!!



jueves, 12 de enero de 2017

Cuentos. El alfarero.

Erase una vez un gran alfarero. Su familia y sus amigos sabían lo que era capaz de hacer. Ante un poco de barro, sus diestras manos creaban las más increíbles y magníficas obras de arte. Cada obra que terminaba era aún mejor que la anterior, y de esta forma llegó a terminar piezas dignas del mejor museo del mundo. Todos estaban muy contentos, porque la fama y la gloria para él era inevitable, y estaban seguros de que el mundo del arte iba a revolucionarse con su obra.

Un día, el alfarero se postró ante su barro, y todos esperaban ansiosos, pues sabían que estaba a punto de hacerse historia. Pero algo ocurrió. El alfarero solo estaba delante de su barro, pero no hacía nada con él.

No pasa nada, decían algunos. Seguro que es algo temporal... pero los días pasaron, y el alfarero siempre repetía la misma rutina. Se lavaba las manos concienzudamente, se sentaba frente al barro, y se mantenía inmóvil durante horas.

De esta terrible forma pasaron semanas, meses... años... hasta que un fatídico día el alfarero murió. Su gran obra, que perduraría más allá de él mismo, nunca vio la luz, pues allí estaba el húmedo y torpe barro aún sin forma.


Y a ti... ¿Seguro que no tienes tu barro delante tuya y no le estás dando forma?

miércoles, 18 de febrero de 2015

Dos amigos, una medicina.

Era el primer día de cole para Salviati. Estaba nervioso entre tanto alborotado niño desconocido. Tímido, se sentó en la primera silla que encontró. Todos se tranquilizaron cuando un señor muy alto entró en la clase y se presentó como "el profe". El niño que estaba a su lado enseguida le preguntó ¿Quieres ser mi amigo?, me llamo Simplicio. Claro! -contestó- yo Salviati.

Así empezó una amistad que les mantenía juntos todo el tiempo que podían, que entonces era mucho. Salviati era introvertido, distraído, curioso y encontraba un complemento ideal en Simplicio, que era extrovertido, fuerte y deportista.

- Sabes que si pusiéramos los vasos sanguíneos de un cuerpo humano seguidos darían 7 vueltas a la tierra -le decía Salviati.
- Qué cosas más raras dices, para que vas a hacer algo así... anda... vamos a jugar al futbol.

La infancia dio paso a la adolescencia y los dos amigos siguieron caminos muy diferentes. Simplicio pronto empezó a repetir cursos y en cuanto pudo dejó de trabajar. Sus padres tenían dinero y sentía su futuro a salvo. Además, no le gustaba nada estudiar. Salviati, en contra, se aplicaba mucho en sus estudios. Tenía claro que su camino estaba en la ciencia, y dedicaba todos sus esfuerzos en sacar buenas notas para poder optar a seguir estudiando. Su familia no tenía recursos, y sabía que dependía de las becas.

Cada vez se veían menos, aunque siempre que podían lo hacían y era como si lo hicieran todos los días. Simplicio le contó a su amigo que había dejado los estudios y que estaba trabajando en la empresa de su padre, que se dedicaba a la producción de cosméticos. Salviati para entonces ya estaba en la universidad estudiando biología, y destacando en sus calificaciones.

Era tan buen estudiante que pronto sus profesores se fijaron en él. Le concedieron una beca especial para poder doctorarse y seguir estudiando biofísica en California. De esta manera perdió contacto con su amigo, con quien ya no hablaba ni por su cumpleaños.

El final de su doctorado se mezcló con el comienzo de sus trabajos estudiando la arteriopatía periférica, una dolencia que afecta a la circulación de la sangre sobre todo en las piernas. Pasó cinco años en un grupo de trabajo en el que se atacaba desde distintas disciplinas de la ciencia las causas y el funcionamiento de esta enfermedad. Tras este periodo y teniendo un conocimiento preciso sobre la misma, llegó a una idea original sobre un posible tratamiento. Dedicó un año entero de duro trabajo para presentar su idea en el CSIC, el consejo superior de investigaciones científicas, con idea de poder desarrollar su tratamiento en España.

Después de una dura lucha consiguió que se aprobara su proyecto. Gracias a esto volvió a España donde dedicó otros dos años a confirmar que su idea alcanzaba el objetivo fijado y que era posible llegar a un medicamento. Después otro año más confirmando que era seguro para la salud de una persona, que no tenía efectos secundarios y los que se observaban no eran de gravedad.

La financiación del proyecto corría peligro de desaparecer. Salviati ya no podía renunciar a su enjuto sueldo y luchaba tratando con posibles inversores privados de farmacéuticas. A duras penas consiguió que se comenzaran los ensayos preclínicos, en los que durante otros cuatro años se probó su fármaco en modelos animales. Se confirmó cómo actuaba el fármaco sobre el organismo, como actuaba a su vez en organismo sobre el fármaco y si era seguro para la salud. Todo fue bien y se aseguró su viabilidad como medicamento.

La única empresa farmacéutica que se interesó por el fármaco habló con Salviati. Si quería seguir adelante con ensayos clínicos debía renunciar a cualquier tipo de patente. Así lo hizo, para él su trabajo era mucho más que dinero, así que empezaron las pruebas con personas, para determinar la dosis correcta, los efectos en humanos y las reacciones adversas. Otros cinco años de duro trabajo que terminaron con pruebas suficientes para avalar la eficacia de su, ahora ya si, nuevo medicamento para combatir eficazmente la arteriopatía periférica.

Él se sentía orgulloso. 21 años de duro trabajo ahora valdrían para que las personas con esta dolencia pudieran dejar de sufrir dolores y recuperaran el ritmo de sus vidas. Le había dado calidad de vida a otras personas ¿Qué mayor recompensa puede haber?

Un día despertó con un insoportable dolor de cabeza. No tenía ningún antiinflamatorio en casa, así que se acercó a la farmacia de su barrio. Mientras le atendían no pudo evitar que le absorbiera la conversación de otra clienta, que precisamente estaba solicitando el medicamento que él había conseguido hacer. Toda su alegría y orgullo contenido se volvió oscura sombra cuando la farmacéutica le ofreció un "medicamento homeopático", que aunque más caro, la gente está muy contenta con su resultado.

Salviati no pudo aguantar la rabia. -¡Cómo puede usted decir algo así!! Recriminó duramente a la farmacéutica que permaneció impasible, ante la atónita clienta. Salió de la farmacia sin su antiinflamatorio, pero ya no le hacían falta. La adrenalina hacía bien su trabajo. Subió rápidamente a su casa y buscó en internet el contacto de la empresa que fabricaba aquel burdo intento de fármaco, y aporreó un correo de agria protesta contra ellos. Quedó exhausto tras el visceral esfuerzo, y continuó con su día a día con mal sabor de boca.

Tanto tiempo luchando para conseguir algo que ahora se despreciaba de esa forma tan incomprensible. Se puso en contacto con sus conocidos en CSIC que coincidían al decirle que nada se podía hacer, ya que el negocio de la homeopatía, como el de tantas otras "no medicinas" era legal, pues aunque no han demostrado que sean eficaces como medicina, no causaban daños a la salud, y se vendían libremente.

Le habían dado donde más dolía, así que se presentó en persona en las oficinas de aquella empresa. Eran ciertamente intimidantes, por el lujo que derrochaban por todos lados. Preguntó en recepción por el director y explicó quién era y porqué estaba allí. El recepcionista, intentando no alterar más a aquel desconocido que parecía tan rotundo, le pasó el recado al director, que coincidía ese día había ido a trabajar. -Enseguida le recibirá, por favor espere aquí.

Poco después le indicaron que ya podía pasar. Nunca en su vida podría haber imaginado lo que le iba a pasar, ni en sus peores pesadillas ocurría nunca nada tan estremecedor. Al abrir aquella gran puerta de madera noble, sentado en un sillón opulento, estaba su amigo Simplicio, a quien hacía ya 22 años que no veía.

El rostro de Simplicio pasó de expresar tensión a la más sincera de las incredulidades. Salviati tomó asiento sin poder retirar la mirada de su amigo y sin poder cerrar completamente su boca.

- Sim: Pero.... ¿Qué haces aquí? ¿Cómo me has encontrado?
- Salv: No!.. si es que yo.. no sabía que trabajabas aquí.. ha sido una casualidad.
- Sim: No me digas.. increible.. no puede ser...

Se hizo un eterno silencio de apenas dos segundos.

- Sim: Estas muy viejo -reaccionó diciendo mientras esbozaba media sonrisa-
- Salv: Ja!.. cierto, han pasado muchos años.
- Sim: Bueno, cuéntame qué tal te ha ido.
- Salv: Peor que a ti por lo que veo. Desde que me fui a California he estado trabajando en un nuevo fármaco para la arteriopatía periférica. Hace ya muchos años que conseguí volver a España y convertirlo en un nuevo medicamento. Cuál es mi sorpresa cuando descubro que tu empresa comercializa un ungüento que asegura conseguir los mismos efectos.
- Sim: Hee... je... ya sabes cómo es esto. El negocio de los cosméticos se ha visto muy afectado por la crisis y homeopatía nos está reflotando. Creo que para la arteriooo esa que has dicho vendemos algo, sí. Pero no hace daño a nadie, de verdad.
- Salv: ¿De verdad crees que las personas que no sigan el tratamiento y se den tu crema no van a tener ningún perjuicio?
- Sim: Esta medicina tiene su antigüedad, sabes, y a mucha gente le va bien. Además nadie ha demostrado que no funcione.
- Salv: ¿QuÉ??? No, este universo no funciona así. No hay que demostrar que las cosas no funcionan y mientras creer que si lo harán. O lo haces al revés, o lo único que consigues es engañarte. ¿Yo puedo decir que soy dios, ya que nadie ha demostrado que no lo sea? ¿Crees que el agua con azúcar puede curar alguna enfermedad solo porque nadie haya tomado la molestia de demostrar que no funciona? Es totalmente negligente. ¿Eres capaz de comparar 21 años de estudios científicos metodológicos con un "nadie ha demostrado que no funcione"?
- Sim: Mira, yo no pongo las normas, solo intento mantener una empresa. Ya veo que sigues igual que siempre.
- Salv: Sí. Tú también estás igual. Siempre por el camino fácil.

Salviati se levantó de su silla. Comprendió que se había equivocado yendo allí.

- Sim: No te pongas así quédate y charlamos tranquilamente tomando un café
- Salv: No, lo siento. Vendré a verte cuando esté más calmado. Me alegro de haberte encontrado.

Salió a la calle como de vuelta de un viaje a otro planeta. Por su cabeza pasaba cada día de trabajo y sacrificio, cada muralla que había tenido que superar, cada euro al que había renunciado...

Comprendió que su trabajo no había terminado.